Mientras escribo

Mientras escribo, de Stephen King. Publicado originalmente en inglés On Writing (2000). Esta edición es de 2019 publicada por Debolsillo con taducción de Jofre Homedes Beutnagel. 319 págs.

Mientras escribo

Lo admito: soy culpable. De Stephen King no había leído casi absolutamente nada hasta que me encontré con Mientras escribo (2001). Digo casi nada porque hace ya algunos años, cuando estaba en secundaria, leí uno o dos cuentos suyos del primer tomo de Pesadillas y alucinaciones (1993), recuerdo que esos cuentos me gustaron pero no pude leer el libro entero -una larga historia que no viene a cuento- y siempre me quedó una especie de insatisfacción que trasladé injustamente al autor. A partir de ahí ya jamás volví a tener el placer de reencontrarme con King, aunque recuerdo a lo largo del tiempo a uno o dos entusiastas recomendarme sus libros con obstinada devoción.


Lo cierto es que aunque yo sospechaba -reconozco que con cierta duda- que King escribía bien, no era (y no soy) muy propenso a leer literatura de género (etiqueta que alguna ruin élite literaria ha convertido casi en insulto), no soy ajeno a que quizás esto se deba a un prejuicio reprimido que me cuesta admitir, sin embargo para demoler prejuicios está este libro. De cualquier modo, ha pasado mucho tiempo y no fue hasta que una amiga me regaló Mientras Escribo en un intercambio que me propuse volver con el bueno de Steve.


Este es como ya adivinaran por el título, de nuevo un libro sobre el proceso de escritura, es de hecho el tercer libro que leo en lo que va del año sobre el tema, el último fue Para ser novelista de Jonh Gardner cuya reseña anda cojeando por ahí, en alguna parte de este blog. A diferencia del título anterior Mientras escribo arranca con una inusitada carga biográfica, esto que podría ser un defecto en muchos otros textos sobre el oficio literario en realidad (a través del magnetismo de la prosa de King) hace que las primeras páginas del libro sean un gancho efectivo para la atención lectora. Desprevenidos nos entregamos al talento del autor de It y nos preguntamos perplejos: Por qué me está contando King que a los cuatro años tenía una niñera que se le sentaba en la cara y le lanzaba pedos como forma de tortura y por qué sigo leyéndolo y por qué me gusta.


No obstante, hacia el final de la primera parte, el libro se pone cada vez más serio. King ya no es un niño sino un chavalo sin certezas que quiere ser escritor pero al que nadie le hace mucho caso (va acumulando una larga ristra de notas de rechazo que él pega en la pared). Aquí habla de las luces y sombras que fue proyectando su carrera desde el principio: El primer éxito de ventas con Carrie (1974), pero también: la pobreza antes de su éxito, su adicción a las drogas mientras estaba escribiendo alguna de sus obras más celebradas, la muerte por cáncer de su madre. Dicho sea de paso estás páginas biográficas -a mí que no soy fan de King- se me hicieron interesantes, para nada pesadas; y, supongo que a un seguidor le habrán resultado aún más emocionantes.


No es sino hasta la segunda parte del libro en donde el autor se pone un poco más técnico y empieza, ahora sí, a hablar de lo que prometió el título de la portada: de su propio proceso de escritura. Aquí es donde empecé a subrayar y tomar nota de forma minuciosa, porque créanme, más de algún truco útil sabe King sobre el oficio que nosotros no. Aquí tengo que admitir que el ritmo de las primeras páginas termina por desinflarse un poco y hubo alguna parte que se me hizo cansina porque me pareció que King comenzaba a repetirse.


Pero en la tercera o cuarta parte del libro vuelve otra vez el elemento biográfico (un accidente de carretera que casi le cuesta la vida) y de nuevo King muestra su destreza como narrador, hábilmente evita caer en la conmiseración o el patetismo, aparte saca de la experiencia vital verdaderas reflexiones sobre la escritura y el sentido de la literatura. Luego, ya en las últimas páginas, hay un par de “coletillas” muy útiles para quien pretende escribir, que muestran el proceso de edición de uno de un cuento del autor.


En una reseña sobre esta misma obra leí que este es un libro demoledor de prejuicios (si los hay), yo también lo pienso así porque me ocurrió. Hacia el final uno no puede más que impresionarse (y quizás contagiarse) del amor que un autor puede profesar por su oficio. Al final el éxito de King se puede explicar por la suerte, pero eso no basta para comprender su posición central en la literatura de masas, también hay que reconocerle el talento, la disciplina, la ambición y la honestidad radical, todas ellas cualidades con que las páginas de Mientras escribo han sido escritas.


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