222 patitos y otros cuentos

Hace un par de semanas terminé de leer 222 patitos y otros cuentos, una breve colección de relatos publicada en 2014 y escrita por el argentino Federico Falco (1977).

Según se lee la “Nota a la edición” puesta al final del libro y firmada por el autor, esta fue su primera obra publicada, allá por el 2004. Diez años después la editorial Eterna Cadencia presenta esta nueva edición en donde se desecharon algunos cuentos, se incluyeron un par más y se modificó el orden de los textos compilados.


El libro se compone de doce cuentos, en su mayoría de extensión breve, muy breve, a veces de tan solo un par de páginas. Estos cuentos brevísimos -con alguna excepción- son los que menos me gustaron del conjunto. A esta sección podríamos añadir el relato que da título al libro (Doscientos veintidós patitos) que nos cuenta la historia de una mujer que decide suicidarse con 15 años, tragando las “cabecitas rojas de doscientos veintidós fósforos”, pero que sobrevive. Me parece que Falco en este libro hace una apuesta deliberada por la sobriedad y la economía de los recursos narrativos, con el fin de crear piezas compactas que en un par de páginas pretende decir mucho más de lo que dicen en la superficie. A veces logra el efecto que busca y otras, como en el cuento mencionado, no.


Por citar otros cuentos bastante breves que a mi parecer sí logran lo que busca el autor a través de la contención narrativa, mencionaré estos dos: “Las casas en la otra orilla” y “El perro azul”. El primero habla del encuentro entre un niño de siete años y un hombre desconocido a la orilla de un río; el segundo, de dos sucesos fantásticos que se relacionan sutilmente sin que los protagonistas de la historia se lleguen a enterar.


Los cuentos de 222 patitos son relatos de una cotidianidad interrumpida por el elemento extraño, perturbador o grotesco. “Algo” sucede en el cuento, y este suceso rompe de forma velada o evidente la normalidad de la historia. “El pinar”, por ejemplo, que es la pieza más larga de la colección, está construido como un relato de suspenso que lleva la tensión (quizás de forma demasiado prolongada) hasta un final en que el elemento extraño es tan inesperado y explícito que trastoca por completo la naturaleza de la historia.


En ese sentido, al leer este libro recordé de inmediato otra colección de cuentos escritos por una argentina: Pájaros en la boca (2010) de Samanta Schweblin, que contiene cuentos que en su desarrollo parecen realistas pero que luego se ven alterados de igual modo por un elemento fantástico o extraño, tal como sucede también con algunos de los cuentos más célebres de Cortázar. Algo que me hace pensar sobre si es esto un elemento distintivo de la narrativa corta del país sudamericano, cosa que no puedo afirmar con seguridad, porque tampoco he leído demasiada literatura argentina.


En definitiva, disfruté mucho con los cuentos recopilados en este libro. La mayoría son buenos cuentos, aunque no todas las piezas me parecieron igual de logradas. Sin embargo, creo que vale la pena leer a Falco, e incluso seguirle la pista. La próxima obra que tengo en mente leer de él es Los llanos (2021), novela finalista del premio Herralde y que fue por la que empecé a conocer el nombre de su autor.


222 patitos y otros cuentos, de Federico Falco. Reeditado en 2014 por Eterna Cadencia.

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