Crónica de fin de siglo


Crónica de fin de siglo (La novela de los confiscados), de Bayardo Tijerino Molina. Publicada en Emege Comunicaciones Ltda., en 1998.

Ahora que me estoy adentrando en el extraño hábito de leer reseñas literarias (o verlas en YouTube), noto cuán placentero es para mí enterarme de cómo un libro llega a dar a las manos de quien lo reseña. He de decir que a Crónica de fin de siglo llegué de una forma algo inusual.


A muchas de mis amistades y personas cercanas las he ido conociendo por medio de espacios literarios, o relacionados de alguna forma con libros y lecturas. A Dani la conocí precisamente en un taller literario cuando yo escribía mala poesía y a ella parecía agradarle (o fingía que lo hacía). Conociéndola con el paso del tiempo y ya en una relación de noviazgo me enteré que en su familia la literatura era algo más que un elemento ajeno o simplemente decorativo; era en cambio algo presente, latente, como un rasgo hereditario. La palabra escrita es parte de su tradición familiar, pues su abuelo materno -el autor del libro- había sido escritor y su bisabuelo, historiador y filósofo.


No voy a mentir, no me acerqué a este libro con demasiadas esperanzas. Lo leí más atraído por la idea asombrosa de que alguien tan cercano tuviese un pariente que hubiese escrito y por la curiosidad que ese hecho me generaba. Pasé años con la idea en mente, sin llegar a animarme. Hasta que finalmente me dispuse a leer esta novela (que escogí entre los demás títulos del autor por la mera trivialidad de que era la única novela de la que habían varias copias en casa de Dani).


Crónica de fin de siglo fue publicada en 1998 y fue una de las últimas que escribió Bayardo Tijerino Molina. El autor arranca a lo grande contándonos cómo el finquero Rafael Suárez se debe enfrentar a un grupo de trabajadores agrarios que en nombre de la reciente “revolución utópica ecúmenico-marxista” deciden okupar su finca Potrero Grande, ubicada en el norte de Chinandega. Suárez, protagonista del libro, decide presentarse en la propiedad tomada y matar a varios de estos personajes, entre los cuales se encuentran un comisario y un profesor. Luego de este altercado se marcha exiliado a Miami por temor a que las nuevas autoridades nicaragüenses lo encarcelen por ser un “burgués explotador de los pobres”. Una vez en Miami, Suárez nos relata cómo se vuelve pieza clave en operaciones de logística y abastecimiento de los contrarrevolucionarios que luchan contra los ecúmenicos-marxistas, que seguramente es un trasunto de los sandinistas que llegaron al poder en 1979. En ningún momento de la novela el autor hace referencia explícita al FSLN o a sus dirigentes políticos, algo que yo intuyo tiene que ver con un temor a posibles represalias.


Pese a tener un arranque tan emocionante, lo que me generó dudas sobre si continuar fue principalmente el estilo del libro que me resultó tremendamente denso y que hacía difícil seguirle la pista al argumento y a sus múltiples personajes que tampoco quedaban tan claros por la endeble caracterización de los mismos. No obstante, por terquedad decidí continuar con la lectura.


Luego de su exilio en Miami, Suárez decide regresar a Nicaragua en 1990 cuando los “utópicos” ya no se encuentran en el poder por haber perdido las elecciones un año antes. En la mente del protagonista hay un objetivo claro que es recuperar la propiedad que el anterior gobierno le confiscó. Sin embargo, rápidamente se da cuenta que el nuevo gobierno (que en el libro encabeza un tal Chilano Reyes) no es muy distinto del anterior, pues para ganar estabilidad política mantiene fuertes lazos con los anteriores utopistas, cuyo máximo líder es el comandante Turcios, que dicho sea de paso es pariente de una de las personas que Suárez mató en Chinandega antes de retirarse al exilio.


Así el argumento continúa en medio de intrigas políticas y largos procesos burocráticos de naturaleza kafkiana que no conducirán al protagonista a ninguna parte. El libro mejora progresivamente porque la historia es más clara y los personajes, al principio demasiado confusos, van tomando forma y diferenciándose entre sí por medio de la repetición, aunque no del todo pues al final me quedé con la extraña sensación de que había varios personajes a los que no logré ubicar ni saber quién jodido eran. Algo que noté es que en el libro hay capítulos que son contados en primera persona por el propio Rafael Suárez y otros narrados en tercera persona, esto me parece un acierto porque por medio de ese recurso el autor nos muestra que el protagonista no es necesariamente un hombre de confianza, pues en los capítulos narrados en tercera persona otros personajes hablan de Suárez y nos lo muestran de una forma más objetiva, como una víctima del sistema de expropiación (léase: “la piñata”) pero también como un tipo acosador, engañoso y nada confiable. Los frecuentes episodios en que Suárez acosa a las mujeres que tiene cerca, y los episodios en los que es golpeado y torturado por personajes ligados al gobierno son una especie de leitmotiv que aparecerá a lo largo de la novela.


En algún momento de la lectura de esta obra llegué a imaginar que se trataba de una novela de época en la que el autor se tomaba la libertad de cambiar algunos elementos históricos y suprimir otros, pero hay un punto de inflexión en que definitivamente Crónica de fin de siglo abandona lo que podríamos llamar la “realidad histórica” de los hechos, la novela entra en el terreno especulativo y empieza a relatarnos cómo gracias a la desmedida corrupción del nuevo gobierno, coludido con los utópicos que “gobiernan desde abajo”, los estadounidenses deciden intervenir militarmente Nicaragua y capturar al comandante Turcios y derrocar el gobierno de “Chilano y sus parientes” como se le conoce popularmente gracias a los altos índices de corrupción y nepotismo. El elemento de la invasión gringa mostrada en el libro me pareció bastante significativo, leyendo luego sobre la época de los 90 me enteré que el clima de tensión e inestabilidad política que se vivió justo antes y en los primeros meses del ascenso al poder de Chamorro, convertían la amenaza de una invasión en una posibilidad no tan descabellada.


Volviendo a la novela, lo que recuerdo es que a partir de ahí el argumento se va enredando más y más. En estas últimas páginas se relata el ascenso al poder de un tercer gobernante, y las revueltas de un grupo de teólogos de la liberación, utópicos y comunidades esotéricas que quieren acabar con el nuevo gobierno y la intervención imperialista de los norteamericanos. Para este punto el libro ya se me hizo demasiado largo y confuso, lo que provocó mi desinterés como lector. Una decena de páginas después, el libro concluye con una escena final en la que el protagonista está de nuevo en Miami y que me pareció, pese a todo, un buen cierre.


Finalizado el libro, me quedo con una sensación ambivalente al respecto. Es imposible soslayar el denso inicio de la novela, que realmente es una prueba de fuego para la paciencia de cualquier lector, además hay largos pasajes “teóricos” en que varios personajes se entregan a hacer análisis de los hechos que narra la novela, estos párrafos no suman ni complejizan a la novela como dispositivo narrativo, más bien se sienten como un lastre que el lector debe cargar gratuitamente. Acabé con la impresión de que pese a ser un libro de apenas 150 páginas, aún así le sobran demasiadas páginas.


Por otro lado, hablando de las luces en el texto, me pareció llamativo ese juego reinterpretativo de la época de los 90, que convierte a la novela en una ucronía y que me interesó especialmente porque me hizo estar pendiente de cómo acabaría el autor su historia.


Tijerino Molina se previene afortunadamente de hacer de su obra un mero pasquín político. Es crítico con absolutamente todos y no pretende quedar bien con nadie, como ya dije incluso el propio protagonista es evidenciado como un abusador. En ese sentido la visión descarnada del autor en la que todo ser humano que llega al poder es corruptible, me recordó a El reino de este mundo (1949), obra maestra de Carpentier, cuyo mensaje final es similar al de esta novela.


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